miércoles, 27 de abril de 2016

El Cielo en la Tierra

       


 Galileo permanece concentrado mientras observa las estrellas. Su corazón se acelera con cada descubrimiento, y siente que el universo entero se despliega ante sus ojos. La fe del mundo tiembla con sus verdades, esas que los incrédulos tornan en pecado. Mas él sonríe bajo la cúpula abovedada, pues su desafío, lejos de alcanzar a Dios, tiene nombre de mujer. Solo Marina le hace viajar a años luz de este planeta.

Cuando aparta la mirada del telescopio, dibuja con su dedo constelaciones sobre su piel, y se adentra en una ruta estelar que empapa todos sus anhelos. Ella provoca la desbordante curiosidad del maestro y le muestra el lugar exacto donde duerme Venus, un lugar inexplorado en el que sus teorías se vuelven éxtasis para los sentidos. En un arranque malicioso, le pide al astrónomo que le regale la luna como prueba de amor. No hay más filosofía de vida para él que cumplir los deseos de su amante. Y al calor de una noche de junio, embriagados de solsticio, la lleva hasta la laguna. Allí la invita a sumergirse en el plateado reflejo de su otra obsesión. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario