miércoles, 25 de mayo de 2016

Recuerdos de ojal


           Con su regalo, descubrí que la vida cabe en una pequeña lata de golosinas. Aquellos caramelos habían sido sustituidos por una suerte de botones, de distintos tamaños y formas, que mamá había conservado con esmero. Los azules de mi uniforme escolar, los de madera de mi trenca favorita, los redondos y nacarados de mi vestido de novia...
Atrás quedaron las tardes de labores en casa, llenas de confidencias y  puntadas. Pero, a pesar de que nunca más volví a armarme de aguja e hilo, encontré en aquel set de costura trocitos de un pasado que me devolvían al hogar cuando los ponía sobre mi mano. 

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