jueves, 11 de octubre de 2018

Ángeles negros




La tierra, explotada por los hombres, se pudre bajo sus propios pies. Nosotros, con los candiles encendidos, solo esperamos el desenlace. Se abren grietas en las entrañas y los mares devoran las costas. Antes de que se hundan las murallas, caerán las almenas. Nadie percibe este juego sutil en el inmenso tablero de la vida.
Lo primero será esa pequeña torre inclinada que, como una trampa de ratón, los atrae junto a sus cimientos. Los cachorros humanos son los más fáciles de cazar. No nos alimentamos de muerte, sino de desesperanza. Las almas de los mortales que han perdido a un hijo son las más vulnerables. Así formaremos nuestro ejército.

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