jueves, 10 de enero de 2019

Libre






Acercándose un poquito más al borde del barranco donde se esconde su decisión final, murmura: ―Sin miedo.
Cuenta mentalmente hasta tres, y salta al vacío. Los recuerdos la mantienen suspendida en el aire unos segundos, antes de empezar a caer. Durante el descenso, se despide del dolor que le consumió las entrañas y de las heridas tatuadas en su cuerpo.
Cuando sus pies al fin tocan el fondo, descubre que se ha vuelto liviana. Es el momento de volar.

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