domingo, 18 de julio de 2010

De cómo sentirse una ballena




Hoy me ha pasado una cosa surrealista. Me he escapado un segundo a la tienda de chollos, vamos, la de “todo a cien” de toda la vida, que hay junto a la oficina. Mientras estaba enfrascada en uno de los pasillos buscando un tenedor de trinchar (mejor no preguntes para qué), he escuchado cómo una voz desconocida de mujer  decía espantada:
—¡Mira, Juana, mira qué barriga!
Yo miraba para todos lados esperando que la barriga motivo de tal asombro no fuera la mía. ¡Ay! Pero, infeliz de mí, sí que era la mía y, para colmo, la tal Juana (embarazada de seis meses como se apresuró a informarme) me miraba tan asombrada como la primera chica que, con ojos estrábicos, seguía con la mirada fija en mi figura y señalándome con el dedo (para más "inri").
Yo me limitaba a sonreír con cara de boba y, cuando en esos segundos, que se me antojaron eternos, ya me estaba girando sobre mis talones para escapar por otro pasillo, la mujer profirió un bocinazo en la dirección que yo llevaba:
—¡Mamaaá! ¡Maaaamá! ¡Ven! ¡Ven! ¡Mira!
Y sin saber cómo, una señora algo entrada en años, con un tostador en la mano, salió por detrás de una estantería para acudir a la llamada de sus hijas.
         —¡Y decías que yo tenía la barriga gorda, mamá! ¡Mira eso!
Y "eso" era yo, alegando en mi defensa que estaba ya de ocho meses, y que la niña que esperaba era grande, y tenía mucho líquido acumulado en la placenta (aunque esto último fuera una mentira gorda que necesitaba soltar con urgencia), y que...
—¿Ves, mamá? ¡Y decías que yo estaba gorda de seis meses! (y la verdad es que "la Juana" tenía más bien el aspecto de haberse tragado un melón).
¿Y sabes lo que pasó? Pues que, en mitad de mi retahíla, la mujer se fue directa hacia mí, me levantó la camisa, y se asomó por debajo para palpar; para certificar lo que estaba viendo, vamos. ¡Ahgg! ¡me faltó el canto de un duro para trincharla con el tenedor que llevaba en la mano! Y, ya de paso, decirle:
—Perdón, señora, perdón, ¿le importa que le coja una teta? Ya sabe, para igualar la situación…
¡Madre mía! Salí de allí como pude, espantada y sin mi compra. Mientras, seguía oyendo a mis espaldas:
—Pues eso es cesárea seguro, como "la Vane"...
La madre que la parió...

4 comentarios:

  1. ¡¡Felicidades por tu Blog!! He tenido la tentación de escribirte algún comentario antes, pero no lo hice. Llegué a tu Blog dirigido por Sara y ahora reparto mis cinco minutos matutinos blogeros entre "Sueños a Contraluz" y "tu jardín". Me he reido un montón con tus dos últimos relatos. Siempre he oido decir a mi hermana (7 embarazos) que porque carajo la gente se cree con derecho de tocar la tripa a las embarazadas.

    Por cierto aunque creo que ya te lo dijeron me gustó mucho también "Un tranvia para Ana"

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  2. Jajajaja yo a este señor no le conozco de nada :P

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  3. Gracias por el comentario señor o señora anónimo, de quien Sara reniega jajaja, como verás los seguidores de mi blog no son muchos (la verdad es que no estoy acostumbrada a que la gente lea lo que escribo, es una experiencia completamente nueva),sea como sea ¡¡¡me gusta que te guste.!!!!

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  4. Pero cómo quieres que te siga más gente si no te publicitas!!! Dale uso al facebook, que realmente no vale para otra cosa jajaja

    El anónimo es mi amigo, lo pondré por escrito no vaya a enfadarse conmigo... Y es uno de los seguidores más fieles que tienes aunque no le veas, lo que dice de los cinco minutos de lectura matutina, si lo dice, es que es cierto...

    Besotesssssss

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