jueves, 27 de noviembre de 2014

Amigos íntimos


Mientras yo llenaba nuestras copas de vino, tú te dedicabas a cocinar. Aproveché aquella oportuna invitación a cenar para decirte que me casaba. Debías ser la primera en saberlo. En plena exaltación de la amistad besé tus mejillas, y el sabor de tu piel en mis labios me hizo buscar tus ojos. 
―Maldita cebolla  ―murmuraste. 
Entonces comprendí. 

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