martes, 14 de enero de 2014

De costumbres


Fuera soplaba un viento desangelado, de esos que anuncian los primeros fríos del invierno. Me despertó un familiar olor a menta y a tabaco de pipa. Entonces, descubrí al abuelo mirándome preocupado a los pies de mi cama. Aturdido por el sueño, lo seguí hasta la entrada, y allí se quedó expectante durante unos minutos; después, se alejó caminando por el pasillo.
Varias noches repitió el mismo ritual, y empecé a inquietarme por esa persistente visita nocturna. La última vez, una helada ráfaga de aire abrió la ventana, y al fin comprendí.
Corrí hacia el desván y recuperé su elegante mascota de fieltro gris. Apenas hacía una semana que mamá lo había puesto allí. Lo dejé con cuidado en el perchero del recibidor y me acosté. Recordé que, en aquella época, jamás salía de casa sin su sombrero. El abuelo, al fin, pudo marchar feliz. 

1 comentario:

  1. María, un microrrelato nostálgico que te agarra con la sorpresa final en el inicio y te suelta con una sonrisa feliz el desenlace. Y es que, por muy lejos que uno se marche, siempre quiere partir, sea donde sea, con sus objetos fetiches.

    Buen micro.

    Abrazos.

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