sábado, 25 de enero de 2014

Fugaz


Ilumino con una vela nuestros encuentros y, mientras se consume, nos derretimos juntos. Cuando la luz se apaga, nuestro tiempo se agota, me besas, y te vas. Hoy  aún quedaba un pequeño resplandor rojo en tus mejillas cuando decidiste marcharte. Entonces lo supe: te estaba perdiendo.

1 comentario:

  1. Maria, este micro recuerdo haberlo leído en otro lugar y con otra firma. ¡Ay, qué Pereza!

    La fugacidaz también puede ser eterna.

    Grandes Justas las tuyas.

    Saludos.

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